A principios de 1.600, Quevedo criticó las corruptelas de ministros, magistrados y banqueros sin escrúpulos.
Cuatro siglos después, no hemos cambiado tanto. A él le llevaron a la cárcel sus escritos, a nosotros, a hacer un espectáculo.
"Mal oficio es mentir, pero abrigado, eso tiene de sastre la mentira, que viste al que la dice,
y aun si aspira a puesto el mentiroso, es bien premiado. Que no hubo Ministro que se hizo malo, antes el malo,
porque lo era se hizo Ministro."